No te lo creas. No creas lo que
te digan, eso de que “se cómo eres, es lo mejor”. Es mentira, no quieren que
seas como eres realmente, al principio no les molestarán tus problemas, ni tus llantos, ni los intentos de abrazos ni
los besos de madre falsos. AL principio todo el mundo parece ser todo el mundo
y los problemas quedan escondidos en la curiosidad de conocer más al
desconocido. Pero con el tiempo todo queda a la luz, si eres como eres, hablas
lo que quieres y actúas como debes, las personas se hartan de ello, porque a
nadie suele gustar eso que escondemos en el interior de nosotros mismos
intentando buscar a ese yo definitivo. Esperamos en ese duro camino a alguien que lo soporte, a aquella persona
que tenga la esperanza, paciencia y cariño de esperar a conocer a lo mejor de
ti mismo, a ese tú que buscabas desde hace tantísimo, que ha pasado por fin la
etapa de las dudas y los conflictos, de los llantos y de los quejidos, de las
risas inseguras y las miradas inciertas. Solo esa persona que tolere nuestras más
extrañas rarezas. Pero pocas personas se quedan hasta el final, pocas aguantan
esas manías que llegan a convertirte a ser quien eres, porque ellos mismos, que
no las aguantan, las echarían de menos al no presenciarlas.
Da igual cuanto nos esforcemos
porque alguien se quede en nuestro camino, no importa que le ayudemos o le
demos cariño, no importa que le hables ni le mimes, que te acuerdes de esas
persona, porque al fin y al cabo, sino te tolera al esforzarte, no lo hará
cuando no lo hagas. Si no te acompaña en el camino ¡No importa, uno menos!
Porque digan lo que digan en esta sociedad que vivimos, pocos encuentran a una
persona que te sonría cuando te ve, que no le importan escucharte cuando estás
mal. Porque últimamente creemos que las utopías existen, y no somos conscientes
de que el mundo es más cruel de lo que creemos, porque la motivación si es
importante, pero dentro dentro de la cruda realidad.
No importan cuantas veces mires
atrás y veas el fracaso, porque en el pasado queda. Al final lo mejor, es
aceptar esa mentira, la contradicción del destino, comportarte cómo quieres
ser, como eres, y tras eso comprobar quien te pisa los talones en este extraño
camino. Si alguien te acompaña en esta vereda, a ese, y solo a ese, podrás
llamarlo amigo.
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